Llega junio, un nuevo curso escolar que llega a su fin y con él, muchos de los proyectos en los que trabajamos vinculados a los centros educativos, este año con una sutil diferencia: hemos vuelto a encontrarnos.
Por fin hemos presenciado de nuevo ese momento en que, después de todo un curso, alumnado que lleva trabajando en los mismos proyectos de diferentes centros y que se han encontrado de forma virtual, puedan finalmente compartir el mismo espacio.
Los finales de curso siempre son emotivos, pero puede que este haya sido de nuestros favoritos. Hay tantas ganas de encontrarse y de compartir, que la participación y la motivación la derrochamos. Nuestro alumnado tiene ganas de vacaciones sí, y como siempre eso se nota, pero también tienen muchas ganas de encontrarse con sus iguales, de generar experiencias y de aprender de forma conjunta. Sin embargo, no podemos dejar pasar las consecuencias sociales del COVID, en su tiempo para encontrarse, la juventud más pequeña admitía tener problemas para “socializar”, se reparten números de WhatsApp y cuentas de Instagram, pero no se comparten más palabras y solicitan un poco de ayuda para generar conversación con sus iguales. Tres años han pasado sin encontrarse, pero tres años en un período de su vida esencial para generar este tipo de conocimientos que muchos de los chicos y muchas de las chicas, se llevan para septiembre.
Este final de curso nos deja una tarea importante para el 2022-2023: seguir trabajando las habilidades sociales, que en estos tiempos se hacen imprescindibles para todos y todas.